Los vinos argentinos de Paul Hobbs


FUE UNO DE LOS PRIMEROS ASESORES INTERNACIONALES EN TRABAJAR EN LA ARGENTINA, ADEMAS DE PONER LA FIRMA EN MAS DE VEINTE VINOS NACIONALES, ES UNO DE LOS DUENOS DE LA BODEGA VINA COBOS. EN UNA DE SUS POCAS ESCALAS DEL ANO EN BUENOS AIRES, FABRIOO PORTELU LO ENTREVISTO Y DEGUSTARON JUNTOS LA MAYORIA DE SUS ETIQUETAS LOCALES.


Seguramente son más los argentinos que no lo conocen. Algunos otros tampoco, pero si disfrutan de sus vinos sin siquiera preguntarse quien los hace. Y solo hay muy pocos que le siguen los pasos y reconocen en el a uno de los asesores internacionales que mas ha hecho por los vinos argentinos, aquí, en el mundo y, sobre todo, en su patria natal, los Estados Unidos, nuestro principal mercado de exportación en la actualidad.


Paul Hobbs tiene 54 años, pero no los aparenta; y mucho menos después de compartir un almuerzo, distendido y a solas, en el Espacio Dolli, con varias de sus propias botellas de por medio. Es muy cordial y se nota que disfruta lo que hace.


Los pocos o muchos que lo reconocen por estas tierras, tal vez lo prejuzgan, como se hace últimamente con todos los flying winemakers que firman etiquetas argentinas. Ese prejuicio sienta sus bases en la suposición (errónea, por cierto) de que todos los vinos que pueden hacer estos nuevos personajes de la industria son iguales entre si, para luego adjudicarles la culpa de la globalización del estilo del vino argentino.


Pero hay que separar la paja del trigo si no se quiere quedar mal parado. Una cosa es que la avalancha de nuevos vinos en busca de compradores internacionales obligue a los diversos propietarios a seguir un parámetro de estilo de vino que gusta y vende. Eso no tiene nada que ver con personajes sensitivos y trabajadores apasionados como Paul Hobbs, y acá incluyo a Michel Rolland, a quien conozco bastante, y a Alberto Antonini. Ellos, que pasan más tiempo en la viña que en sus casas, se guían mas por su yo-interior y su paladar que por los números que arrojan los análisis.


Esto es muy fácil de comprobar: por un lado, hay que conocer a la persona para despegar los prejuicios y hacerse una idea clara y precisa de como es. Por otro, degustar todos sus vinos y así despejar la otra gran incógnita, ya que todos son diferentes. Pero lo más importante, insisto, es que el aporte a la industria y a la imagen de nuestros vinos en el mundo ha sido, es y será de gran importancia.


PAUL, UNA VISION MAS ALLA DEL MALBEC:

Este enólogo tuvo como primer trabajo el desarrollo de su tesis, nada más y nada menos, en la bodega Mondavi, algo así como la Ca­tena Zapata de los Estados Unidos, salvando las distancias. Un estudio para presentar en la prestigiosa UC Davis que trataba de la extracción del roble durante la crianza y las diferencias entre el roble americano y el trances; un trabajo de vanguardia para aquella época.


Al poco tiempo era uno de los integrantes del team de Opus One, uno de los vinos estadounidenses de elite. Tiempo después llego aquí casi por casualidad. Este amante de la química, diez años después de haber presentado su tesis (1988) viajo hacia Chile con muchas expectativas por las bondades climáticas naturales de esa región.


Pero la desilusión y un oportuno llamado de un ex compañero argentino de la universidad que lo hizo cruzar los Andes en auto terminaron por hacer valer aquel primer viaje a Sudamérica. Apenas llego a Mendoza quedo sorprendido por la calidad de los racimos pequeños de un viejo y muy descuidado viñedo de Malbec.

No obstante, se dio cuenta de dos cosas: la cali­dad potencial y la originalidad que se da en un cepaje muy poco difundido en el mundo. A pesar de ello, su primer trabajo en el país fue en Catena Zapata buscando desarrollar un gran Chardonnay con crianza en barricas (esa era su gran expertise), ya que la obsesión del Dr. Nicolas Catena era poder hacer Chardon­nay y Cabernet Sauvignon tan buenos como los de Napa Valley. En aquel entonces casi no había barricas en las bodegas argentinas, fue así que hizo un pedido y le enviaron, además, algunas para probar.


El, casi sin decir nada, se puso a criar un Mal­bec, vinificado junto a Pepe Galante. El resultado fue el obvio: el primer gran grupo de periodistas estadounidenses que llego hasta la bodega para juzgar el "mejor" Chardonnay argentino quedo totalmente impactado con ese tinto. A las pocas semanas, Tom Stockley del Seattle Times escribió un articulo sobre su paso por la Argentina titulado "Don't cry for me Argentina", pero no sobre los tantos Chardonnay que había degustado, sino sobre el Malbec.


Así nace la línea Álamos, nombre cuya autoria se atribuye Paul Hobbs, y le creo. Más tarde llegarían los trabajos más serios que derivarían en el Angélica, y posteriormente los blends de exportación con la marca Nicolas Catena Zapata. A partir de allí, el cepaje pasaria a ser la principal obsesión de la bodega. A todo esto, a inicios de los anos noventa, Paul deja de ser empleado para ser dueño. Primero fue en su tierra natal y después en Mendoza, Con Viña Cobos. Desde entonces alterna sus asesoráis en bodegas locales, de los Estados Unidos, de Chile y de Hungria, aunque también esta buscando socio en Chile, pero le cuesta. Viaja permanentemente, y hasta llego a Armenia. Se fascina con poder trabajar donde antes no había nada como, por ejemplo, en el proyecto de Colonia 25 de Mayo de Bodega del Desierto en La Pampa.


Por mas que su Viña Cobos Malbec 2006 pueda llegar a ser el primer vino sudamericano en obtener 100 puntos Parker (saco potenciales 98-100 puntos), el no cambia su tono de voz y su sencillez al hablar. Confía en los Chardonnay, quiere trabajar más con el Syrah y el Pinot Noir, pero sueña con hacer un gran vino argentino con el cepaje que más lo conmueve: el Caber­net Sauvignon. Es mas, si se quedara solo en una isla y pudiera elegir solo un vino, ese seria el Cabernet Sauvignon 2002 de Beckstoffer, proveniente de Oakville (Estados Unidos).


SUS VINOS EN LA ARGENTINA:

Mientras sostiene con mucha firmeza que la 2006 es la mejor cosecha local que el recuerda, ya lleva casi veinte años por estos pagos, comienza la degustación. Paul es dueño de un estilo propio, basado en una buena madurez de las semillas que no significa sobremadurez del grano, en un efectivo uso del roble en la crianza y, sobre todo, en la calidad.


No teme que su vino compita con los otros que él asesora porque es fiel a su trabajo y compromiso; dice poner la misma pasión tanto en Viña Cobos como en el flamante proyecto de Riglos, junto al Pulqui Rodriguez Villa. Los vinos van pasando ordenados por bo­dega y el se remite a escuchar atentamente mis comentarios. En general esta muy de acuerdo en todo, lo cual me Neva a asegurar que su grandeza esta en aceptar las criticas, al tiempo que su confianza en lo que hace, y obviamente en sus vinos, puede mucho mas que cualquier critica.


Pero el ostenta el don de poder tomar todos los comentarios para su bien y el de sus vinos. Del proyecto de La Pampa destaca el gran potencial y reconoce las debilidades, todas producto de un terruño nuevo e inexplorado, con plantas jóvenes. Igualmente se las ha arreglado para hacer un Malbec y un Ca­bernet Franc muy destacables.


No obstante, anuncia que esta trabajando en un par de blends top, uno a base de Cabernet Franc, Syrah y Cabernet Sauvignon; y otro de Caber­net Franc y Merlot (como en Saint-Emilion). Paralelamente, el upgrade que le ha dado a la bodega Toso es notable. Hoy, los vinos de la familia Llorente recorren el mundo y gozan de gran reputación. Hay un Cabernet Sauvig­non allí en los viñedos de Barrancas que le da muchas esperanzas.


Al mismo tiempo, Riglos, la bodega de Dario Werthein, entre otros, es su proyecto más nuevo. Por ahora son solo tres los vinos que desarrolla junto al Pulqui: el Gran Malbec, el Gran Corte y, desde la cose­cha 2006, un Cabernet Sauvignon que se las trae. El primero de los tres es uno de los mejores exponentes Malbec que se hacen hoy en día.


Algo que habla de lo apropiado que es el suelo de Gualtallary para concebir un Malbec moderno y de gran impacto internacional, pero con una elegancia y frescura propia de la altura del Valle de Uco. Con esta actualidad, ver hasta donde se puede llegar con esas viñas que van por la quinta cosecha es el gran desafío que ve hoy Paul Hobbs en Riglos. Por ultimo, sus Viña Cobos. Y lejos de deeir "este es el mejor vino del mundo", tal como aseguro Alberto Antonini al presentar el Reserva Viña Hormigas 2005 en el ciclo Wine Makers del Faena Hotel + Universe, Pau habla de sus tintos y blancos de la misma manera. No se posesiona, es calmo.


A decir por el resultado de la cata, puedo asegurar que se nota que el Cabernet Sauvignon es el cepaje predilecto de Hobbs. Ya que si bien los Malbec son objetables, el Cocodrilo Cabernet 2006 es un best value inigualable, el Bramare Cabernet 2005 iguala a su par Malbec y, para mi, el único (63% Cabernet Sauvignon) es su mejor vino, a pesar de que para Jay Miller (colaborador de Robert Par­ker Jr.) destaque mas el Malbec de la casa.


Pero no son solo estos los vinos argentinos de Paul Hobbs; se vienen los de Fabre Montmayou, los de Dante Robino y los de Finca La Celia, todas bodegas a las cuales ya esta asesorando. Es mas, en el Supremo, la etiqueta fop de Finca La Celia; ya ha participado. Y ojala que sean muchos más, porque Paul Hobbs, como los otros dos reconocidos flying winemakers, son auténticos embajadores de nuestros vinos en el mundo entero. Por suerte, los tres se enamoraron del país a punto tal que se afincaron con bodega pro­pia, y esto es clave para el éxito de todos los vinos argentinos.

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